Papá había venido a comer a casa, quizá era su cumpleaños. Llegó triunfante, pidió una olla grande, sal y una hoja de laurel; sonrió y abrió un pequeño saco de arpillera. Mamá vació su tesoro en una olla de acero inoxidable: dos kilos de percebes.
-Los percebes, cojonudos. Lo malo es que te dejan en los dedos con un olor a coño que mata -comentó el tío Carlos después de devorar su ración.
Entonces la mirada de mi padre pasó por Susana y por mí, no se detuvo en mamá, y se fijó en el tío Carlos. Habló muy despacio:
-Si no sabes hablar..., cierra la boca o te la partiré. Y te faltará cielo para dar vueltas.
Papá tenía las mangas del jersey recogidas hasta los codos, los músculos de los antebrazos tensos y los puños como martillos pilones. Y aunque ya no vivía en casa, aún le quedaba aquello difícil de comprender, algo que mamá siempre respetó.
Mamá salvó la cara al tío Carlos, por algo era su hermano. Lo sacó del comedor protegiéndolo con su cuerpo cuando el mismo cielo le esperaba.
-El tío Carlos es un espontáneo… -dijo mamá cuando pasaba a la altura de papá.
Y papá se despidió de Susana y de mí dejando un momento sus manos abiertas sobre nuestras cabezas. Se marchó de casa con un susurro, cerrando la puerta con cuidado, para no hacer ruido. No dije nada en aquel instante. Ahora creo que por aquel entonces mi padre ya había asimilado la separación y que nunca podría volver a vivir en casa.
A veces se lo comento a mi hermana Susana, que era pequeña y no recuerda la escena: “Y te faltará cielo para dar vueltas”. Ése era nuestro padre.
12 comentarios:
Apostaría la vida a que en el 90% de las familias de habla hispana hay un "tío Carlos".
Muy bueno. Me meto donde no me llaman: ¿no podría ser el principio (hace unos años habría dicho el germen) de una novela?
Mucho más sencillo, Leandro. Es un cuento corto que sirve de arranque para un cuento más largo.
Un arranque estupendo, pues. ¡Quiero leer el cuento entero!
¡Pollicipes pollicipes!
¡Yo también!
A mí me gusta tal y como está
Que deje ganas de más, pienso que podría ser el punto de partida para dejarlo así. Tremendo.
Espero leerlo completo en...¿cuatro semanas?
No, Preso, yo diría que en dos.
Me quedo con lo de la hoja de laurel... Y con el final. "Ése era nuestro padre". Excelente.
Busqué percebes en google y me dieron náuseas, ¿por qué no pones nunca un rico asadito? ;)
Excelente. El título, el final, la frase del padre. El cuentito es excelente.
Más, más.
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