Cuando muchos artistas se esforzaban sobre tablas y lienzos, los suelos españoles se cubrían con terrazo. Más allá de las vanguardias, las generaciones han observado el suelo hipnotizadas, concentradas, mareadas... Los hay que vieron turrón del duro, rostros de personas conocidas o partes de su anatomía (un pie, una pierna, una mano), incluso la modesta reconstrucción de la Vía Láctea...
El humilde terrazo fue inspirador, nos hizo ver más allá de nuestros pies. Y cuando nos lo encontramos hoy, su mensaje permanece.
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