martes, agosto 11, 2009

La gente, perspectivas

El anciano camina ante un grupo de adolescentes con pantalones caídos que fuman medio tirados en un pretil. “¿A que no hay güevos?”. Uno de ellos se levanta, empuja al anciano, lo tira al suelo. En el suelo le da una patadita de desprecio. Los otros jóvenes se ríen, las dos chicas del grupo permanecen en silencio.
Le dicen viejo. Huele a yerba.
Es verdad, es un viejo. Me gusta la palabra viejo. Anciano tiene nombre de planta rara con flores. Seguro que medicinales, pero planta rara al fin y al cabo. También pienso en ceniza cuando pienso en anciano. Él ha empujado a un viejo. Yo he visto caer a un maestro ya jubilado, que habla seis idiomas, dos de ellos muertos, que tocaba el violín, recitaba el Mío Cid o explicaba la fuerza de coriolis.
Ellos han reído. Los jóvenes no entienden por qué el hombre que venía haciendo footing les ataca con esa furia, deja inconsciente a uno con dos puñetazos. El resto huye casi en calzoncillos; las chicas corren y gritan. “¡Está loco! ¡Nos quiere matar!”.
El maestro no conoce al corredor violento. Estaba agradecido hasta que vio cómo el hombre golpeaba al gamberro. Fue un agradecimiento efímero. La ira. Entonces, por un segundo, tiene una extraña sinapsis, entre todos los alumnos bestias recuerda a cuatro o cinco, se parecían demasiado entre ellos. Roberto, Ramón, Juan Luis, Jo… Jonás, no, Jorge… Piensa que aquel hombre es uno de aquellos. Un Jorge. Piensa, además, cómo les suspendió una y otra vez hasta aprobarles al final. Cómo les quiso. Se siente muy mal. El corredor airado tiene dificultad para hablar: “¿Está usted bien?”.
“Nunca fui un bruto”, cuenta Ignacio a su mujer. “No sé qué me pasó cuando vi lo que hacía con el viejo maestro, el que sembró en mí el gusto por la botánica. ¿Sabes que ni me conoció? Me confundió con Jorge, El Jabalín, dos años mayor que yo..., ¡un pedazo de carne!”.
Y la mujer, en silencio, moja con tintura de yodo los nudillos pelados de su marido.

P.D.: La imagen con flores de aciano está tomada de aquí.

6 comentarios:

J. dijo...

Ostrás.

Unknown dijo...

Eso.

Sergio dijo...

"Huele a yerba".
Me has hecho que también se me suba la sangre a los nudillos.

imunain dijo...

Bello.

mòmo dijo...

Ay...

Séneca dijo...

un saludo desde vexovigo.blogspot.com